
Fotografia: Lucy Susco
Martes 2o de octubre.
Una tarde de mucho sol y calor. Luego de una larga jornada de funcionamiento que debíamos cumplir para mantener el orden del campamento (limpieza, cocina y demás) me detuve delante de un grupito de niños nativos de aquel paraje. Les pregunté como eran sus nombres y que estaban haciendo por el campamento, ellos solo me miraban,sonreían y repondían que "sí", a decir verdad muchos no entendían del todo bien el castellano,o la "castilla" como suelen nombrar al idioma, pues ellos hablaban en Qom.
Debido a que la conversación no se tornaba del todo fluída , se me ocurrió preguntarles si querían jugar, no se si me habrán ententendido pero la felicidad se les manifesto en la boca y en los dientes, y se materializó en muchas sonrisas, que se agrandaban mas y mas hasta las orejas, hasta explotar y contestar ¡"sí"!.
De inmediato y con gran entusiasmo, corrí hacia la carpa a buscar las pelotitas para hacer malabares: - "¡esperenme que ensguida vuevlo!", les dije. Y cuando regrese ya no era un grupito, sino, que casi todos los chicos que estaban dando vueltas por el campamento se habían juntando como esperando algo, ansiosos, entusiasmados, y a decir verdad yo también lo estaba.
Al ver que treinta pibitos habían venido de lejos caminando,y que al llegar al campamento no hacían más que mirar como bajábamos cajas y cajas de comida y de agua, mientras que ellos no tenían ni para satisfacer la sed que les provocaba el calor y el trayecto del camino, sentí algo dentro mio, algo tán fuerte, que no pude ni pensarlo, fue la pasión lo que me movilizó desde lo más hondo de mi.
A decir verdad, esa situación me superó. Ante mi incapacidad para satisfacer su necesidad básica, El Agua, reflexiono que mediante los malabares sintieron que alguien se preocupó sólo hacerlos por hacerlos reír, un rato al menos. Por una tarde se sintieron protagonistas y no marginados y olvidados como lo siente la mayoría de los pueblos aborígenes. Y yo por mi parte, sentí que me gané su cariño. Porque ese es el verdadero espiritu del clown, mas allá de una sonrisa, buscar una aceptabilidad, desde lo más hondo del alma, desde el ser más niño y puro que todos, pero todos tenemos en algún rinconsito.
Una sonrisa, al igual que un vaso de agua NO se le niega a nadie. JUGAR es un derecho de todos los niños, un compromiso y obligacion de todos los adultos para que los mas chiquitos se desarrollen sanamente.
Por Eloisa Azanza

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