miércoles, 21 de abril de 2010
Crónica de una muerte anunciada…
¿Qué pasaría si esto pasa? Caminar sobre la seca en busca de agua minimamente potabilizada, es algo que parte de los argentinos ya conocen.
En el norte, en las provincias de Chaco, Jujuy, Tucumám, y zonas aldañas, se divisan extenciones de tierras con extrema sequia. Y lo peor es que no solo la tierra esta seca, son los habitantes del lugar los que sufrén de manera increible la falta del recuerso.
A continuación una historia para reflexcionar...
Esta mañana me toca caminar cuarenta y seis cuadras y media para cargar los bidones,
Es terrible tener que andar tanto con esta enorme carretilla, tengo las manos ampolladas y las zapatillas destruidas de tanto caminar sobre la seca.
Miro los árboles, los contemplo horrorizado…Ya no son los mismos; las flores ya no miran al sol, ya se marchitaron; los pájaros no cantan; la lluvia esta ausente; el calor invade y penetra en las pieles curtidas y la gente ya no sonríe.
Creíamos que nunca pasaría, como siempre, como somos los argentinos… Siempre creyendo que le va a pasar a otro o peor aún descreyendo…
Todos decíamos lo mismo, el problema ahora es que ya estamos desapareciendo por no haber sido capaces de escuchar, de hacer, de cuidar aquello tan importante que es la fuente de vida.
A veces, pienso en las generaciones anteriores, mis bisabuelos, mis tatara-tatara abuelos, las copas más altas de mi árbol genealógico… Dicen los libros que ellos a veces, utilizaban agua potable para lavar sus autos. ¡Para lavar sus autos!
Es increíble pensar con la cantidad de agua que desperdiciaba cualquier ser mientras se lavaba los dientes, con esa misma cantidad de agua nos bañaríamos al menos dos veces por semana, los cuatro miembros de mi familia.
Había detalles, detalles que podrían haberse modificado. ¿Cuánto hubiese costado cerrar la ducha si en ese momento no se estaba bañando nadie?
Detalles tontos, tonterías. Hoy tenemos que elegir entre bañarnos o tomar agua.
¿Por qué no cuidar el agua como si fuese uno de papeles que la gente suele llamar “dinero”? Hoy, esos mismos “billetes” no nos compran el agua… No nos compran más vida…
No puede arreglar la vida de los niños de la esquina que se quedaron sin madre cuando ella no pudo aguantar este mismo recorrido que estoy haciendo, para conseguirle agua a sus hijos.
Hoy el agua cuesta. Y no dinero. Ese mismo dinero por el que se olvidaba el agua, priorizándolo ante todo. Hoy el agua cuesta más.
Nos cuesta vida, sacrificios, recorridos… Nos cuesta… Y lo peor es que el caso del agua siempre fue una muerte anunciada. Deberían haber pensando en nosotros, en los que siguen… En nosotros y ellos. Deberían haber estado, al menos, en los detalles. En los bobos detalles.
Por: Anita Sanabria y Ana Clara Martino
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